viernes, 26 de agosto de 2011

Oh Dios, que al consagrar el pacto matrimonial nos
muestras la unidad espiritual entre Cristo y su Iglesia:
Otorga tu bendición a estos tus hijos, para que se
amen, se honren y se cuiden, con fidelidad y paciencia,
con sabiduría y verdadera santidad, de tal manera que
su hogar sea un puerto de bendición y de paz; por
Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el
Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
Acepta, oh Señor, nuestra gratitud y alabanza por todo
lo que has hecho por nosotros. Te damos gracias por el
esplendor de la creación entera, por la belleza de este
mundo, por el milagro de la vida y por el misterio del
amor.

Te damos gracias porque nos das tareas que requieren
nuestros mejores esfuerzos, y porque nos guías hacia
logros que nos satisfacen y deleitan.
Oh Dios omnipotente, que derramas sobre todos los que
lo desean, el espíritu de gracia y súplica: Líbranos,
cuando nos acercamos a ti, de tibieza de corazón y
divagaciones de la mente, para que, con firmes
pensamientos y calurosos afectos, te adoremos en
espíritu y en verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Dirígenos, oh Señor, en todas nuestras acciones, con tu
benignísimo favor, y auxílianos con tu continua ayuda;
para que en todas nuestras obras comenzadas,
continuadas y terminadas en ti, glorifiquemos tu santo
Nombre y, finalmente, por tu misericordia, obtengamos
la vida eterna; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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