Dios omnipotente y eterno, en tu tierno amor hacia el
género humano, enviaste a tu Hijo nuestro Salvador
Jesucristo para asumir nuestra naturaleza, y padecer
muerte en la cruz, mostrándonos ejemplo de su gran
humildad: Concédenos, en tu misericordia, que
caminemos por el sendero de su padecimiento y
participemos también en su resurrección; por Jesucristo
nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu
Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén. |
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